Biología

La característica más llamativa de la Avutarda es su gran tamaño. Los machos (a la izquierda), pesan hasta 15 kg, mientras que las hembras (a la derecha) no pasan de los 4-5 kg, y tienen una silueta más grácil y una coloración menos llamativa. Se trata, pues, de una de las especies de Vertebrados con mayor grado de dimorfismo sexual. Durante la mayor parte del año machos y hembras viven en grupos separados. Esta es una de las consecuencias del marcado dimorfismo sexual en tamaño, que determina diferencias notables no sólo en el comportamiento alimentario de uno y otro sexo, debido a sus distintos requerimientos energéticos, sino también en su comportamiento reproductivo, dispersivo y migratorio.

Los machos desarrollan al final del invierno un plumaje nupcial llamativo, que exhibirán en primavera frente al resto de machos del grupo y frente a las hembras. A ambos lados del pico destacan las llamadas barbas, mechones de plumas delgadas de 15-20 cm de longitud que cada año van adquiriendo un desarrollo mayor en número y tamaño, y que justifican el apelativo de barbones en los machos de mayor edad.

Los bandos de hembras están formados por individuos genéticamente más afines entre sí que los machos. Son más gregarias y fieles a sus zonas natales que ellos. Las hembras son casi dos veces más numerosas que los machos. Esta es otra de las consecuencias de la diferencia en tamaño y modo de vida entre ambos sexos, que se traduce en una mayor mortalidad del sexo masculino, tanto por causas naturales, como inducidas por el hombre.


Estas imágenes muestran la secuencia de la rueda, punto culminante de la parada nupcial, en la que el macho realiza un movimiento de contorsión de su plumaje para mostrar las partes inferiores blancas y llamar así la atención de las hembras.

La diferencia de tamaño entre ambos sexos está relacionada con la extrema selección sexual y la poligamia, otras dos características del peculiar sistema reproductivo de la avutarda, basado en la exhibición de todos los machos del grupo en un área concreta y tradicional, conocida como arena o lek, a la que acuden las hembras para el apareamiento. Sólo los machos más dominantes de cada grupo podrán optar a la reproducción, aunque cada uno de ellos fecundará a varias hembras. Éstas serán, sin embargo, las encargadas de elegir al macho con el que desean aparearse. Posteriormente llevarán a cabo solas, sin la colaboración del macho, el proceso de incubación y cría de los pollos.

Tras el apareamiento la hembra pone de uno a tres huevos de color verdoso con manchas pardas. El nido es una simple depresión del terreno, apenas tapizada con vegetación seca, en un campo de cereal, labrado o barbecho. Los primeros pollos comienzan a verse a finales de mayo y primeros de junio, tras cuatro semanas de incubación.

Aunque casi todas las hembras mayores de dos años nidifican, sólo una de cada 8 ó 10 logrará sacar  adelante a sus crías, a las que cuidarán y enseñarán durante aproximadamente un año.

Puedes ampliar la información sobre la biología de la Avutarda en
Alonso JC & Palacín C (2009). Avutarda – Otis tardaPDF

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